sábado, 4 de diciembre de 2021

 


NO FUI YO, FUE MI CELU

Google y Android son casi lo mismo, y suponen que me interesa recordarme todos los recorridos geográficos que hice, mes a mes. Y me manda un mail con el mapa y los lugares por donde anduve, algo muy chimentero que hasta ilustra con fotos de los lugares que visité. No es una decisión unilateral, ya que siempre me aclara que yo activé un tal “historial de ubicaciones” que lo autorizó a recordar todo lo que hice el mes pasado.

Esto suele ser muy aburrido porque no soy un playboy, a lo sumo visito el supermercado, médicos o nietos. Y durante la cuarentena fueron recorridos aún más parcos.

Hasta que el mes pasado el celular se me deslizó del bolsillo mientras circulaba en un taxi. El taxista, un tipo muy considerado, se comunicó conmigo y me tranquilizó: él era de La Plata y si bien al día siguiente era su día de descanso, me propuso acercarlo a mi casa recién un día después. Me ofreció, mientras tanto, mantenerlo cargado. Así pude, dos días después, reencontrarme con mi celular.

Ahora el nuevo mail que me manda Google me muestra cómo sería si mi vida fuera menos monótona y más activa. Según él, he desayunado, almorzado, merendado y cenado en los lugares más remotos y por mí desconocidos. Claro, porque el algoritmo conectado al GPS que gobierna mi celular, presupuso que todos los recorridos del taxi ¡eran míos! Y refuerza el servicio mencionando los lugares.

El que “no es un robot” soy yo, no mi celu.