jueves, 20 de octubre de 2016

NO ES COSA DE HOMBRES, ES COSA DE MUJERES


Ahora que ya se sabe que las cuestiones de género son construcciones meramente culturales, es que se puede hablar públicamente de todo esto. Y sostenerlo, reconocerlo o como aquí, escribirlo.

Es el momento. Y para eso, permítanme ilustrar con un caso personal. Cuando en la década del sesenta me casé por primera vez, mi suegro sufrió un shock, espantado por lo que le había contado su mujer: “tu hija es afortunada, tuvo mejor suerte que yo, su marido no sólo la ayuda con las cosas de la casa, sino que ayer lo sorprendí cambiándole los pañales a la nena”.

Fue el momento en que aquel hombre (apenas superándose del golpe narcisista recibido al hacerlo abuelo siendo apenas un cuarentón) buscó charlar conmigo a solas. Me preguntó por el tema, y yo le dije lo que pensaba “con tu hija armamos la pareja así: de a dos, como considerábamos mejor, y estamos mejor así”. Creo que lo abrumaba mi seguridad, y su comentario lo mostró algo decepcionado. Agregó “nosotros estamos para cosas más importantes, no podemos perder el tiempo en esas cosas”. Y conste que mi suegro era un intelectual, un hombre que había logrado una buena posición social y podía acceder a una visión más inteligente y renovada de su realidad circundante. Pero la cáscara cultural machista le impedía ver el panorama completo, y aunque se tratara de su propia hija, su inserción en el propio género lo volcaba a creer a pie juntillas que los hombres estábamos hechos así, para “cosas más importantes”.

Pero, aún transcurridos ya más de cincuenta años de esa vieja anécdota personal, pienso que gran parte de esa cultura machista sobrevive como un desagradable lastre (una verdadera y más que tangible “pesada herencia” social), que sufren las mujeres con sus familias, parejas, empleadores y hasta eventuales participantes sociales.

Si bien la consigna “ni una menos” refiere al tremendo acto de la violenta desaparición física de las mujeres, todos sabemos o intuimos que el hecho de fondo que se pone en tela de juicio es el sostenimiento en el tiempo del papel secundario que le obligan a asumir a las mujeres en términos de su inserción social (sumisión, discriminación laboral, malos tratos).

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