lunes, 25 de abril de 2016

MASCOTAS VERSUS BIFES

Lo habitual en muchas participaciones espontáneas en internet es el alto grado de violencia empleado en el lenguaje, con agresiones, insultos y provocaciones. Con lo cual las respuestas no se hacen esperar y duplican o extienden tal forma de opinión.
Más de veinte años en el lugar, me han llevado a entender la inutilidad del recurso: no pasa mucho, los monitores son una especie de ring en el que se ahondan los enfrentamientos.
Suelo participar usando, a lo sumo, la ironía, las comparaciones, lo absurdo de las situaciones en sí. No todo el mundo lo toma bien, pero… si no estoy de acuerdo, expongo mi por qué, y eso provoca polémica, ¿cuál es el problema? Si no ¿para qué habría de participar?
Es la tercera vez que me expongo a un colectivo virtual muy poco condescendiente: el de los adoradores de mascotas.
Es que, ya desde muy chico, nunca entendí en qué se diferenciaba una mascota del resto de los animales. Mejor dicho: sí entiendo que una mascota es un animal doméstico, el cual por sus características puede convivir con los humanos. Y también alcanzo a comprender las dificultades que crean animales como las víboras, los leones o los elefantes en su mera permanencia con humanos, lo que provoca que no formen parte del mundo mascotero.
Ojo: también entiendo que se haya elegido a determinados cuadrúpedos para otros fines, por supuesto poco cruentos, como vacas, ovejas o cabras para conseguir leche, o aves para huevos. Y toda una variedad de la escala animal para alimento a través de su carne: mamíferos, aves y peces.
La diferencia es que los animales que se eligen para alimentación, deben sacrificarse. El darles el pase de seres vivos a alimento humano suele ser un espectáculo nada grato: a las vacas se las apalea, a los cerdos se los desangra, a las aves se las descuartiza o las acogota.
No abunda la queja por esto, la dimensión diaria del sacrificio animal en el mundo es colosal. Tal vez el hecho de ser considerados salvajes, haga que muchos de nuestros congéneres lo consideren algo no merecedor de ser tenido en cuenta. “De eso no se hable”.
Pero existe consenso bastante desarrollado en que a las mascotas no se las debe tocar. Se les ha dotado de una identidad afín a la humana, que inhibe de hablar de ellas en términos que no sean el de protección, cuidado o considerarlos humanos.
Es común que en el cine hollywoodense se mencione que en el film que uno presencia no se han maltratado animales (remplazados, tal vez, por animaciones o robots). Aunque se vea que en la fiesta de acción de gracias la mesa sea presidida por un enorme pavo horneado: matar y hornear un pavo no provoca reacciones, a lo sumo hambre. La presencia de comida constituida por animales a los cuales se los debió sacrificar a pocos se les puede ocurrir sea algo malo o contradictorio. Ni las hamburguesas de McDonald’s, los Nuggets de Kentucky Chiken Fried o los hotdogs callejeros, los sándwiches de jamón o pavita despiertan susceptibilidades. Es más: en términos de saciar el hambre nadie piensa en la muerte de un animal al masticar y deglutir.
Y, peor: a muchos les repele que yo convoque el tema. No soportan lo que digo: no quieren casi ni pensarlo por un momento, se incomodan y seguro me van a contestar mal.


Y todavía peor: yo no tengo ni preveo solución alguna. A lo sumo, puedo coincidir: qué tema jodido, mirá vos…

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